Mi abuela Chefa y la favorita
Abstract
¡No la soporto más!, pensé aquel día. En verdad, pudo haber sido cualquier día de mi vida, mientras viví con mi abuela Chefa. Mi nombre tiene una combinación exótica de dos nombres, así que en la casa de mi abuela me decían Reinita, pero en verdad, de reina yo no tenía más que el apodo. Todo el imperio lo gobernaba la engreída de mi prima Tatiana.
Por esos laberintos genéticos que ocurren en casi todas las familias, y que parecen ser consecuencia de lo que la mayoría de los adultos deciden cuando escogen pareja, yo nací del color del chocolate amargo, con ojos negros y pelo cuscús, como decían antes hasta en las poesías; tiempo después, en una revista Vanidades, leí que ahora al cabello con el que nací le llaman KinKi creo que mi abuela Chefa estaría de acuerdo con este nombre, porque según ella, ¿ KinKiere peinar eso?
Por esos laberintos genéticos que ocurren en casi todas las familias, y que parecen ser consecuencia de lo que la mayoría de los adultos deciden cuando escogen pareja, yo nací del color del chocolate amargo, con ojos negros y pelo cuscús, como decían antes hasta en las poesías; tiempo después, en una revista Vanidades, leí que ahora al cabello con el que nací le llaman KinKi creo que mi abuela Chefa estaría de acuerdo con este nombre, porque según ella, ¿ KinKiere peinar eso?