Así no fue
Abstract
Condujo su automóvil por la rampa de acceso que descendía al lote de estacionamientos y de inmediato tuvo que encender los faros delanteros, a pesar de que era pleno día afuera. Avanzó al segundo nivel y no halló ni un solo vehículo. Era como una gran caverna llena de penumbra. Aún así siguió recto y giró a la izquierda, detrás de la isla de cemento por la cual se ingresaba al ascensor, y detuvo el vehículo entre dos columnas, ocultándolo de la vista de cualquiera que inoportunamente apareciera. Apagó el motor y se dejó invadir del espeso silencio. Miró su reloj y soltó un suspiro, resignándose a una espera larga.
Afortunadamente no fue así; minutos más tarde unos nudillos tocaron al cristal de su puerta. “Aquí está lo prometido,” dijo el hombre en la gabardina tan pronto bajó la ventana, y le entregó un grueso sobre de manila. “¿Son todos los documentos que prueban la conspiración?” preguntó.
Afortunadamente no fue así; minutos más tarde unos nudillos tocaron al cristal de su puerta. “Aquí está lo prometido,” dijo el hombre en la gabardina tan pronto bajó la ventana, y le entregó un grueso sobre de manila. “¿Son todos los documentos que prueban la conspiración?” preguntó.