Los ángeles visten de locos
Abstract
Dicen que la vida es un respiro, y yo era asmático. Graciela era la vecina más alocada de todo el edificio, o al menos, la que más fama de loca tenía. Había otras, como la que quemó a su perro el día de San Lázaro, o la que salió en ropa interior en pleno aguacero de mayo, supuestamente a bañarse en la playa. También estaba Paco, el mecánico de carros del segundo piso, que estaba construyendo una máquina del tiempo con las piezas inservibles que iba sacándole a los autos viejos. Pero la que más fama de loca tenía en ese conglomerado de 245 apartamentos de mala muerte, era Graciela.