Las tortugas
Abstract
Eran las tres de la tarde, el pequeño Jaime paseaba despreocupadamente por la rocosa orilla del río Mayor. Acostumbraba pasar el verano por esa región del sur. Sus abuelos y tíos vivían aún en las riberas del río.
“Te hará bien para los pulmones”. “Vas a crecer por lo menos dos pulgadas este año”, le prometía su madre. Jaime para sus adentros estaba dispuesto a creer en lo de los pulmones, pero lo de crecer, ese era otro cuento. Llevaba varios veranos por el río y su estatura no había variado nada. A la que sí le hacía mucho bien era a la madre y a sus pulmones, ya que gritaba cada vez más fuerte y como se casó tan joven, todavía estaba creciendo en vacaciones.
“Te hará bien para los pulmones”. “Vas a crecer por lo menos dos pulgadas este año”, le prometía su madre. Jaime para sus adentros estaba dispuesto a creer en lo de los pulmones, pero lo de crecer, ese era otro cuento. Llevaba varios veranos por el río y su estatura no había variado nada. A la que sí le hacía mucho bien era a la madre y a sus pulmones, ya que gritaba cada vez más fuerte y como se casó tan joven, todavía estaba creciendo en vacaciones.