El quemao
Abstract
¿Cómo se les ocurre que, aún con la carne doliente y la vergüenza en el pecho, podría mirarles a los ojos? Como al cuarto día, después de aquel fin de semana en donde celebramos juntos, le vimos llegar al puesto de trabajo. No le pedimos explicaciones ni él las dio a pesar de todas las inquietudes que nos asaltaron durante su ausencia imprevista; no recibimos una sola llamada en todos esos días, a nosotros, sus amigazos del alma. Cuando lo vimos apenas nos habló y evitaba las miradas. De su cuerpo emanaba un raro olor, similar al de la carne asada o caucho quemado.