La culpa fue del danzón
Abstract
Aunque estaba hospedada en un hotel cinco estrellas de la ciudad de La Habana, Vilma se despertó esa mañana con el canto de un gallo. Curiosa, lo primero que se le ocurrió fue indagar en la recepción. Cuando lo hizo, y todavía con la telefonista en la línea negándole tal posibilidad, el gallo cantó por segunda vez. Supo que la chica lo había escuchado a través del teléfono, porque de pronto enmudeció. Sin embargo, reunió coraje para preguntarle, con riguroso respeto, si no sería que la señorita lo habría soñado. Vilma era una periodista española que recién llegaba a vacacionar desde el Viejo Continente. Por tanto estuvo de acuerdo con lo que se decía de los americanos, que eran, para decirlo en una palabra: surrealistas.