El último adiós
Abstract
Se levantó enredado entre sábanas blancas. La mañana resplandecía, el firmamento estaba raso y la media luna apenas visible. Entre las rendijas de la ventana penetraron los primeros reflejos de la aurora, miró a su alrededor, el cuarto estaba ordenado y pulcro. Se apoyó en la ventana y en una postura firme clavó una mirada fija en el edificio vetusto y sobresaliente de la antigua catedral. Vio una bandada de golondrinas que salió despavorida de las profundidades de una oquedad sombría, parecía un fantasma inmóvil envuelto en un blanquísimo sudario. El cuarto estaba arreglado en un orden inusual.