El desván
Abstract
Mi nombre es Fermín Sánchez y confieso que maté a mi suegra. Ya a nadie le importa, han pasado muchos años y ahora, con la muerte de mi Valentina, se fue la única persona que extrañaba a esa vieja bruja. Me odió desde el primer día que llegué de la mano de su hija a conocerla. Solo hubo que verle la cara para saber que me la estaba jurando ahí mismo, y mira que yo me propuse conquistarla casi con más ímpetu del que le ponía a Valentina. No escatimé en muestras de afecto ni en regalos pero supe que era por gusto cuando oí la conversación aquella en la cocina.