La última visión
Resumen
Por más que sus sentidos le indicaban que estaba sucediendo lo impensable. Por más que el olor a pólvora y sangre lo inundaba todo cual presagio de lo terrible. A pesar que la muerte danzaba excitada aunándose a bocajarro con los fusiles. El viejo eremita permanecía en serena y profunda meditación. Los trozos del monasterio se despeñaban desde los acantilados. Decenas de monjes y aprendices eran arrojados al precipicio por las tropas chinas.* Los gritos de los agonizantes retumbaban en los patios internos del monasterio. Las detonaciones fluían en una disfonía de ecos que saturaban de terror el fino aire de los altos valles del Tibet.